La mayoría de nosotros estamos a punto de comenzar nuestras vacaciones, pero el pastor está lejos de marchar para descansar durante el verano. Si se va de viaje será con sus ovejas. Y es que las vacaciones de un pastor son escasas. Las nuevas generaciones pueden arañar algunos días coordinándose con los padres u otros compañeros. Pero antiguamente esta una labor ocupaba 365 días.
En esta época, cuando el calor aprieta, es imprescindible que las ovejas, madres de los futuros corderos, se preparen para aguantar el frío del invierno y se alimenten bien. En los pueblos cuya agricultura se centra en el cereal, las ovejas aprovechan los restos de la campaña de recogida y se nutren del poco pasto verde que queda. Así transcurren los días de los pastores en el cuidado de los rebaños en el campo. Cuando cae el sol es hora de recogerse acudir al aprisco y allí comer forraje y cereales que el pastor proveerá al rebaño en sus comederos.
El verano es una época relativamente tranquila en el trabajo del pastor. Aun así, éste debe poner especial atención a las altas temperaturas y a cómo afectan a los animales. Una de sus principales tareas se centrará en cuidar que las ovejas beban el agua suficiente para mantenerse bien hidratados. Estos profesionales deben ser esencialmente cuidadosos con los corderos más jóvenes. A ellos, el calor les afecta más que al resto. Así, su mirada experta cuidará de que los corderos se mantengan en una zona sombreada y cerca de sus madres. Al fin y al cabo, ellas son quienes les alimentan.
Para buscar pastos frescos con los que alimentar a las ovejas y sus crías, aquellos pastores que se dedican a la ganadería extensiva pueden optar entre dos opciones. La trashumancia o la trastermitancia.
La trashumancia
La trashumancia, considerada patrimonio cultural inmaterial, es un viaje. Un desplazamiento cuyo objetivo es que los rebaños de corderos puedan seguir alimentándose de hierba fresca, sin sufrir los rigores del verano propios de nuestro país. Así, el pastor y sus ovejas parten de los pastos de invierno hacia los de verano o “agostaderos”. Estos se encuentran generalmente en las montañas. En invierno volverán para aprovechar el alimento que crece en los valles más bajos y en la meseta.
Los rebaños de ovejas que aún practican la trashumancia regresan a mediados de la primavera a sus pastos de verano. Si el viaje se hace a pie, puede antojarse una tarea penosa. Hay que lidiar con el intenso calor imperante y buscar agua en abundancia para abrevar las reses. También hay quien aprovecha los beneficios de la trashumancia realizando el viaje en camiones.
Aun así, el tiempo que rebaños y pastores pasan en los pastos de verano no son días de vino y rosas. Además de controlar el ganado tendrán que hacer frente a otras tareas como las que comentamos en el artículo Trabajando de sol a sol, así es el día a día de un pastor de ovejas.
Así lo hace también el pastor que opta por la trastermitancia, con la diferencia de que ellos vuelven a dormir a casa.
La trastermitancia.
La trastermitancia también es un viaje, pero mucho más corto. En verano y con las altas temperaturas los pastores deben encontrar los mejores pastos para sus protegidos. Por esa razón frecuentemente cambian de término municipal, acercándose a los pueblos colindantes en busca de pastos capaces de alimentar al ganado.
Para estos trabajadores, las jornadas de verano son largas y ocupan mañanas y tardes. Pronto, al amanecer y antes de que comience el fuerte calor del día, los pastores salen con el rebaño al campo. Todos permanecerán allí hasta las once u once y media, hora en la que regresarán a los corrales para descansar a la sombra. Por la tarde vuelta al campo. Según la temperatura sea más suave o más caliente, la hora de salida puede adelantarse o retrasarse.
Como hemos comentado, en verano la recogida del cereal ya ha terminado y es frecuente que los dueños de los campos permitan a las ovejas entrar a pastar allí. A esto se le llama rastrojear o rastrojar.
Probablemente, si os fijáis, cuando viajéis por las carreteras que unen los pueblos podréis observar la imagen de una buena cantidad de ovejas ocupando plácidamente algunos de estos terrenos. Ellas destacan sobre el amarillo pajizo del campo, alimentándose de los restos que han quedado de la cosecha, es decir, los rastrojos.
Esta labor tiene gran interés para el campo ya que como comentamos en el post Ovejas y pastores, la clave de la riqueza de los ecosistemas pastoriles , al alimentarse, los rebaños de ovejas mantienen limpios los campos, evitando incendios. Además, los animales abonan la tierra con sus excrementos y con su ir y venir, transportan las semillas de un lado a otro, fomentando la diversidad. Y es que como dicen los pastores – “La oveja, donde come, deja”.
Si este verano, en una visita al pueblo o en el viaje a tu destino, tienes la oportunidad de ver un pastor haciendo su trabajo. Haz un alto, descansa un rato y aprovecha para conversar. Descubrirás una persona con muchas anécdotas que contar, conocimientos interesantísimos y una forma de ser amable y cercana. Te invitamos a compartir sus relatos con nosotros. ¡Feliz verano!